jueves, 10 de marzo de 2011

ESTA ES NUESTRA FE
DOMINGO DE LA ORTODOXIA

Conmemoramos el triunfo de la Ortodoxia en este primer domingo de Cuaresma.
Dependemos en primer lugar, del primer y definitivo triunfo de Cristo mismo, crucificado y resucitado, que es el Señor y el dueño del mundo. Este es el primer triunfo de la Ortodoxia. Este es el contenido de nuestro recuerdo y de nuestra Fe.

El segundo triunfo de la Ortodoxia fue el de esos doce hombres sencillos que salieron y predicaron. El mundo los odio y fueron bañados en su propia sangre. Pero la sangre derramada fue el gran Manto de Fe que cubrio el universo. La Iglesia triunfó.

Después de cinco siglos de conflictos, persecuciones y discusiones, llegó el día que recordamos hoy. El día de la victoria final de la Ortodoxia, como la verdadera fe contra las herejías. Sucedió en el primer domingo de la Cuaresma del año 843 en Constantinopla. Después de casi cien años de persecuciones contra la veneración de los santos iconos, la Iglesia finalmente pudo proclamar que la verdad ha sido formulada, que la verdad estaba realmente en poder de la Iglesia, que la Iglesia contenia la Verdad revelada.
Desde entonces, el pueblo ortodoxo, se reúne en este domingo para proclamar al mundo su fe en esa verdad, su convicción de que su Iglesia es realmente Apostólica, realmente Ortodoxa, que es en efecto realmente universal.

El hecho de estar aquí, es un triunfo por sí mismo. Este es el evento más hermoso, que todos nosotros, con todas nuestras diferencias, con todas nuestras limitaciones, con todas nuestras flaquezas, podemos reunirnos para decir que pertenecemos a la fe Ortodoxa, que somos uno en Cristo y en nuestra Iglesia.
Vivimos muy lejos de los centros tradicionales de la Ortodoxia. Nos consideramos y somos ortodoxos, sin embargo estamos en Occidente, tan lejos de las gloriosas ciudades que fueron por siglos los grandes centros de nuestra Fe: Constantinopla, Alejandría, Antioquia y Jerusalén. Esas ciudades están tan lejos, y sin embargo tenemos la sensación de que algo como un milagro ha sucedido, que Dios nos ha situado aquí, en Occidente, tan lejos y al mismo tiempo tan cerca de aquellos lugares, para ser testigos vivos de su Iglesia y proclamar junto a los Santos Padres del Concilio: “Esta es la fe de los Apóstoles, esta es la fe de los Ortodoxos, esta es la fe de los Padres, esta fe es el fundamento del mundo”.
Nuestra fe Ortodoxa nos obliga a creer que no es por accidente sino por Divina Providencia, que ha llegado a todos los países, a todas las ciudades, a todos los continentes del mundo. Después de aquella debilidad histórica de nuestra religión, después de la persecución del Imperio Romano, de los turcos, del ateísmo sin Dios, después de todas las tribulaciones que tuvimos que atravesar, hoy comienza un nuevo día. Desde entonces, en cada generación hubo gente con el corazón ardiente, que ha sentido que esta victoria de Cristo habría de ser llevada al mundo para ser proclamada y convertirse en fuerza transformadora en la historia.

Entendamos que cada uno de nosotros ha de ser el apóstol de la Ortodoxia alli en donde esté, para dar respuesta a una sociedad que nos está preguntando: “¿Qué creeis? ¿Cuál es vuestra fe? Y a ellos podemos decirles como Felipe: “Hemos encontrado a aquel de quien Moisés y los profetas han escrito. Jesús de Nazaret, el hijo de José. Ven a ver”. De esta manera nuestra vida será una constante invitación: “¡Hemos encontrado la Ortodoxia! Ven a ver".

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