ADIOS ENRIQUE, MEMORIA ETERNA
Sabes Enrique? Esta
tarde me llamó Ermencina para compartir su dolor porque acababas de nacer al
Cielo. Te has ido en un instante, sin tan siquiera avisar, porque así lo
querías tú, porque así también has vivido tú, discreto y reservado, pero con la
vida siempre muy clara. Así has querido subir a la Casa del Padre. Luego
algunos me dijeron que te habías ido muy pronto...otros que la muerte no era
justa...pero la muerte siempre es justa porque solo
Dios conoce la profundidad de la vida y de las cosas. La muerte, Enrique, es el
mayor misterio de la existencia. El nacer y el morir son las dos caras de esa
misma moneda que circula sobre el tapete de la vida. En medio, cuántos
recuerdos! Cuántas vivencias! Te acuerdas? Hace poco me decías que con 5 años
mas ya te conformabas..., pero la vida, Enrique, la vida tiene sus
leyes...leyes que nosotros no conocemos. Cuantas cosas hemos hablado de lo
humano y lo trascendente aquel día paseando por la playa de Miño..! Seguro que
lo recuerdas...Pareció por un instante que el tiempo se había detenido, que se había
tomado su tiempo, pero el tiempo, ¡ay! el tiempo tiene otro tiempo… Aquel día,
sabes? parece que ambos sentíamos que este momento estaba cerca...y qué cerca
estaba! Has sabido salir a su encuentro con dignidad y fortaleza... y hoy
experimentas ya el gran misterio de la eternidad.
Ahora, Enrique, pide al Padre por nosotros que todavía somos peregrinos por esta vida hacia esa Casa Común, hacia ese gran reencuentro, hacia donde hemos venido...
Adios, Enrique, adios amigo...que tu memoria sea eterna.
Ahora, Enrique, pide al Padre por nosotros que todavía somos peregrinos por esta vida hacia esa Casa Común, hacia ese gran reencuentro, hacia donde hemos venido...
Adios, Enrique, adios amigo...que tu memoria sea eterna.
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