lunes, 11 de junio de 2018


ADIOS ENRIQUE, MEMORIA ETERNA

Sabes Enrique? Esta tarde me llamó Ermencina para compartir su dolor porque acababas de nacer al Cielo. Te has ido en un instante, sin tan siquiera avisar, porque así lo querías tú, porque así también has vivido tú, discreto y reservado, pero con la vida siempre muy clara. Así has querido subir a la Casa del Padre. Luego algunos me dijeron que te habías ido muy pronto...otros que la muerte no era justa...pero la muerte siempre es justa porque solo Dios conoce la profundidad de la vida y de las cosas. La muerte, Enrique, es el mayor misterio de la existencia. El nacer y el morir son las dos caras de esa misma moneda que circula sobre el tapete de la vida. En medio, cuántos recuerdos! Cuántas vivencias! Te acuerdas? Hace poco me decías que con 5 años mas ya te conformabas..., pero la vida, Enrique, la vida tiene sus leyes...leyes que nosotros no conocemos. Cuantas cosas hemos hablado de lo humano y lo trascendente aquel día paseando por la playa de Miño..! Seguro que lo recuerdas...Pareció por un instante que el tiempo se había detenido, que se había tomado su tiempo, pero el tiempo, ¡ay! el tiempo tiene otro tiempo… Aquel día, sabes? parece que ambos sentíamos que este momento estaba cerca...y qué cerca estaba! Has sabido salir a su encuentro con dignidad y fortaleza... y hoy experimentas ya el gran misterio de la eternidad.
Ahora, Enrique, pide al Padre por nosotros que todavía somos peregrinos por esta vida hacia esa Casa Común, hacia ese gran reencuentro, hacia donde hemos venido...
Adios, Enrique, adios amigo...que tu memoria sea eterna.

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