INTERVENCION DEL PADRE DAMASO EN LA ASAMBLEA INTERCONFESIONAL
CONMEMORANDO EL ESPIRITU DE ASIS
VIGO: 28.10.2015
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Bendito
es el Reino del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. Amen.
Hermanos
en el sacerdocio, hermanos todos:
La
Paz con todos vosotros
Cuando
esta mañana empece a hacer estos apuntes para hablarles sobre la paz me acorde
de las bienaventuranzas, cuando el Maestro nos dijo: Bienaventurados los
limpios de corazón porque ellos verán a Dios…porque la paz hoy y siempre solo
puede estar en los limpios de corazón. Nosotros al empezar la Divina Liturgia,
oramos por la paz que de lo Alto viene…Cualquier otra forma de paz, no es paz.
La paz solo viene de lo alto, la paz solo esta en los limpios de corazón.
Cuando
dije que venia a hablar de la paz, una señora me decía: Es que hay tantas
guerras en el mundo… pero yo no vengo a hablar de esas guerras ¿Qué podemos
hacer nosotros? Vengo a hablar de la
paz…pero de nuestra paz.
El
año pasado yo insistia aquí en esa paz personal, familiar, en esa paz en nuestro
entorno. Algunos de Vds. seguro estaban aquí. Yo me pregunto, qué hay de
aquello? Que hemos hecho para buscar la paz?
Y hoy se lo voy a repetir y el próximo año, si Dios me permite estar
aquí, se lo recordare otra vez.
Pero
hoy quiero dejarles un pequeño mensaje: Dios quiere hombres y mujeres de paz,
de paz en el alma y en el corazón. No quiere hombres y mujeres que se lamenten
porque no hay paz en el mundo. Dios no quiere lamentadores sino trabajadores
por la paz.
Cómo
podemos hablar nosotros de paz, si no tenemos esa experiencia personal…?
Recordemos
al hombre del evangelio que acude al Maestro para que le libere de los demonios
que le atormentaban. Como le contaba que deambulaba por la vida sin poder
regresar a la casa de su padre. Como había acudido a curanderos e incluso a sus
discípulos y nadie pudo hacer nada. Jesus le pregunta como te llamas y le dice:
Legión o Multitud…porque dentro de él había y una Legión, una multitud de
demonios. El demonio de la Ira, de la envidia, de la lujuria, el demonio de los
celos, ambición, maldad, avaricia, soberbia…multitud de demonios que solo el
Maestro puede expulsar. Y cuando los discípulos sorprendidos le preguntan, El
les dice: estos demonios solo pueden expulsarse con la Oración. Y es asi como
este hombre pudo regresar a la Casa del Padre y por el camino iba explicando a
la gente su experiencia personal. Y dice el evangelio que la gente creía. Y los
ciegos que recuperaban la vista y los paralíticos que caminaban de nuevo…todos
ellos contaban a las gentes su experiencia personal y la gente creía.
Nosotros,
como el hombre del evangelio, en nuestro regreso existencial hacia la Casa del
Padre, nuestra Ciudad Eterna, la Jerusalen Celeste, qué les contamos a la gente? ¿Les hablamos al
dictado o les contamos con toda normalidad nuestra experiencia personal con
Cristo? No suceda que de tanto estar cerca de El, seamos aquella multitud que
fascinada le rodea y le oprime pero no vive realmente la experiencia de ese
encuentro con el Maestro. Y sin embargo llega aquella mujer que llevaba 12 años
con hemorragia y se abre paso entre la multitud, silenciosa, discreta, normal,
buscando solo tocar la orla de su túnica. Solo buscaba eso porque su fe era tan
inmensa que lo suplía todo. Recuerdan cuando dice Jesus quién me ha tocado
porque yo sentí que de mi ha salido una energía?
¿Es
tan grande nuestra fe que somos capaces de arrancar al Maestro esa energía para
nosotros? No será que nosotros somos esa multitud fascinada que se conforma con
estar cerca de Jesús, pero sin mover un dedo…? ¿A quien creería la gente? A esa
mujer normal que cuenta con normalidad su pequeña-gran experiencia personal o a
la multitud que simplemente hoy le aclama y mañana le crucifica?
Cuando
contamos a la gente lo que vivimos la gente cree porque ve hechos, cambios,
transformaciones, entrega sin limites… Pero ¿hemos cambiado nosotros? Desde el
año pasado, desde el mes pasado, desde la ultima semana, en qué somos
diferentes?
Donde
esta la Sal de la tierra? Nosotros somos la sal de la tierra…Lo hemos pensado
alguna vez? Somos conscientes de tanta responsabilidad? Sabemos en donde nos
hemos metido?
Hace
algo mas de 20 años que yo vivo la Ortodoxia. Haciendo yo el doctorado conoci y
me impacto la Oracion del Corazón, que es la mística de la Iglesia Ortodoxa.
Recuerdo que un compañero me dijo, piensa bien en donde te metes porque cuando
experimentes la profundidad de esta mistica ya nunca podras dejarlo….Y aquí
estoy… Y me pregunto de nuevo ¿Somos conscientes del encargo del Maestro? Como
vamos a salar nosotros al mundo, si ni siquiera salamos nuestra comida…
Las
grandes guerras, son fruto de las pequeñas guerras…Una sociedad desestructurada
es fruto de unas familias desestructuradas… Pero Dios no quiere lamentadores
sino luchadores…Guerreros de la Paz…
Yo
les propongo hoy salir de aquí con el firme propósito, con la firme convicción
de que vamos a buscar la paz. Primero dentro de nosotros, cada uno sabrá cómo y
si no que pida ayuda en su iglesia. Despues con los que están a nuestro lado,
con aquellos con los que convivimos y cuanto mas conflictivos sean los que nos
rodean mas hemos de agradecer a Dios, en silencio, que nos permita practicar la
sagrada virtud de la paciencia y de la caridad…No culpemos nunca al otro de
nuestros males. Son nuestros males no del prójimo.
Nosotros
hemos de ser siempre los “Bomberos de Dios”, los apagafuegos, los pacificadores
permanentes. Dialogantes sin limite. Pero siempre en las cosas pequeñas, en lo
cuotidiano de nuestra casa, de nuestra familia, de nuestros amigos… Y si un día
nos pasamos volvemos a empezar y recuerden aquello que un día me dijo mi
obispo: Recuerde que al final siempre esta la confesión… Con esta actitud y una
voluntad de acero llegaremos a experimentar esa paz interior profunda que nos
transforma que nos hace normales. Porque nosotros tenemos que ser normales.
Dios no nos llama a la heroicidad nos llama a ser normales.
Pero,
que es una persona normal? Pues aquella que vive con normalidad, que se alegra
de la felicidad del prójimo, que sufre con los que sufren, que ayuda a los que
lo necesitan, que sabe ceder en las cosas pequeñas para que el hermano se
sienta bien, que tiene las cosas claras en la vida, que tiene su escala de
valores perfectamente definida. Que sabe dar al César lo que es del César y a
Dios los que es de Dios…
Mi
abuela marco mi vida porque era una persona normal. Yo marche a los 9 años al
Seminario y fue ella quien me orientó, me aconsejó hasta en los mas minimos
detalles. Yo veía como en casa hacia que todo funcionara como una balsa de aceite,
como cedia discretamente en los pequeños detalles, como era inflexible en los
valores incuestionables de familia, pero todo estaba siempre muy claro, todo
era siempre normal. Llegué yo de vacaciones y ella llevaba una semana en cama,
como si me estuviera esperando… Me mando llamar al cura de la parroquia y
hablamos los tres casi toda la tarde. Esa noche nació al cielo con la misma
normalidad con la que vivio aquí.
De
ella aprendi los valores mas grandes de la vida y a vivir con normalidad.
Nosotros
hemos de tener las ideas muy claras. Saber que los valores son eternos y que
las cosas son del tiempo. Nuestra vida nos la han alquilado por unos
años…nuestra casa ayer era de alguien, hoy es nuestra, mañana será de otro…todo
pasa. Cuanto tenemos lo tenemos con un contrato de fin de obra…y sin embargo
nos dejamos la vida en ello y nos olvidamos de rentabilizar los talentos que
hemos recibido, para cuando venga el dueño de la hacienda.
Recordémonos
cada uno que todo lo que tengo no soy
yo, ni siquiera mi cuerpo soy yo, yo soy
un valor eterno que he llegado aquí solo a esta vida y me ire solo y al atardecer
de la vida me examinaran del amor (como dice la canción) y no de cuanto he
recaudado.
Seria
una bendición del Espiritu Santo que hoy saliéramos de aquí con estas dos cosas
claras en lo mas profundo del corazón: -Que Dios no quiere lamentadores sino
luchadores y que Dios no quiere héroes sino que quiere personas muy normales.
Aquí esta contenido todo el Espiritu de Asis, todo el Espiritu de la Paz.
La
Paz sea con todos vosotros
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