NORMAS ELEMENTALES PARA CUANTOS SE
INICIEN EN LA ORACION DEL
CORAZON.
Para meditar debes aprender a estar totalmente quieto y esto es
disciplina. Cuando medites deben tomar unos minutos para encontrar una postura
cómoda. Ahora bien, a todos nos ha pasado durante la meditación que queremos
movernos, pero al no hacerlo, al permanecer quietos, pasamos la primera lección
que es la de trascender nuestros deseos y superar esa fijación que tenemos de
nosotros mismos. La meditación involucra una disciplina real y esa primera
disciplina es la del poder sentarnos y permanecer quietos. Es importante tener
cuidado con algunos detalles como utilizar ropa floja, encontrar una silla o un
cojín cómodo, para que estés confortable y entres a esta disciplina en total
entrega y generosidad.
Luego debes cerrar tus ojos suavemente y empezar a repetir “Señor, ten
piedad”. El objetivo es comunicarte con
el Maestro y salirte lentamente y poco a poco, de todo lo que te lleva a
pensamientos, ideas, deseos, o pecados. De esta forma empiezas a moverte en
dirección de la presencia de Dios, saliéndote de ti mismo, pero hacia el encuentro
con El. Repite siempre de una forma gentil y suave y repítela de una forma
relajada, articulándola en silencio, interiormente, en tu mente: “Señor, ten
piedad”. Gradualmente, en la medida que sigas meditando, la palabra se
arraigará en tu corazón. Esta experiencia de libertad de espíritu es la de
unión de mente y de corazón con Dios.
Cuando
comiences a meditar tendrás tu mente que te hará muchas preguntas: ¿Es esto
para mi? ¿Qué significa? ¿Debo hacer esto? ¿Qué obtendré con esto? Y así
sucesivamente. Debes renunciar a todas estas preguntas. Debes trascender
cualquier auto-pregunta, y debes meditar en la misma actitud que la de un niño
en total sencillez.´
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