lunes, 16 de agosto de 2010


MEDITACION SOBRE
LA DIVINA LITURGIA
I
El Oficio de la Oblación
El sacerdote que va a celebrar la Liturgia, debe, desde la víspera, ayunar en mente y en cuerpo. Debe estar en paz con todos, debe ser cuidadoso y no tener resentimiento contra nadie. De la víspera en adelante, habiendo leído las oraciones apropiadas, debe tener su mente fija sobre la santidad que lo espera al día siguiente para que sus pensamientos sean santificados. El Diácono indica el comienzo de la Divina Liturgia diciendo: "Bendice Padre." El Sacerdote comienza con las palabras "Bendito sea Dios ahora y siempre y por todos los siglos de los siglos."El Sacerdote va a la mesa de oblación. Como toda esta parte del servicio consiste en preparar lo necesario para la celebración de la Liturgia, la Iglesia ha unido en conmemoración del comienzo de la Vida de Cristo, que fue la preparación para sus obras, sufrimientos y muerte. Todo ésto se hace en el Santuario con las puertas cerradas sin ser visto por la gente, como todo el principio de la vida de Cristo pasó sin ser notada por la multitud. Durante este tiempo, en el coro, se leen las Horas, una colección de salmos y oraciones que rezaban los primeros cristianos en las cuatro horas principales del día. La Hora Primera, cuando empieza la mañana, la Hora Tercera cuando descendió el Espíritu Santo sobre los Apóstoles, la Hora Sexta, cuando el Salvador del mundo fue elevado en la Cruz, y la Hora Novena, cuando rindió su Espíritu.Para los Cristianos de hoy se juntaron las cuatro horas, y se leen una después de la otra. El Sacerdote lleva la prósfora (pan de altar), para separar la porción del medio que tiene el sello y nombre de Jesucristo ("Cordero"), y depositarlo en la Patena (plato) como la oveja traída para el sacrificio. De pie, delante de la mesa de oblación, el Sacerdote se inclina como venerando al mismo Cristo encarnado, y saluda bajo la forma del pan en la Patena, la aparición del Pan Celestial en la tierra, incensándolo y acompañando cada acto con oraciones. Transportándose al tiempo de la Natividad de Cristo, mira en la mesa de oblación la gruta misteriosa, donde el Salvador del mundo quiso nacer, inciensando el asterisco lo pone sobre la Patena viendo en él, la estrella que condujo a los Reyes Magos donde el Niño Divino. Incensa el primer y segundo velo, cubriendo el Cáliz Santo y la Patena e inciensando el tercero, cubre los dos juntos. Se inclina como los pastores y Reyes se inclinaron delante del Niño Divino, e incensa la Gruta, que representan la mirra e incienso, que fueron ofrecidos por los Magos juntos con el oro.El Diácono que acompaña al Sacerdote en las oraciones, incensa las oblaciones y la Santa Mesa, en forma de cruz, y sale del Santuario a inciensar, como saludo a todos los presentes, y llenar la Iglesia de dulce aroma. Este acto se realiza siempre al principio de la Liturgia. Incensando a todos, ricos y pobres, el Diácono, como siervo de Dios, los saluda como huéspedes del Altísimo, incensando las imágenes de los Santos, porque ellos también han venido, asistiendo a la fiesta Sacramental, pues, en Cristo todos viven y no están separados. El Diácono entra al Santuario a incensarlo, y con el Sacerdote se inclinan tres veces, llamando al Espíritu Santo que los llene y los purifique para el Servicio, juntos recitan el himno con que los Angeles acogieron la Natividad de Jesucristo; "Gloría a Dios en los cielos y en la tierra paz, en los hombres buena voluntad."El Sacerdote besa el Santo Evangelio que representa a Nuestro Señor, y el Diácono la Santa Mesa que representa a Su Trono. El Diácono medita en el Divino Servicio en el cual él debe sentirse como un ángel volando del Altar a la gente y de la gente al Altar.

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