(HOMILIA DE ESTE DOMINGO EN MI PARROQUIA, DOMINGO DE TOMAS EN LA IGLESIA ORTODOXA)
NO TEMAS, TEN FE
¡Cristo ha resucitado! El domingo al amanecer, unas mujeres se desplazaron al sepulcro para embalsamar al Maestro resucitado. Tres años conviviendo con Él y aún así dudaron de su resurrección. María Magdalena no lo reconoció hasta que la llamó por su nombre. El Maestro siempre les recordaba la necesidad de la Fe: Tu Fe te ha salvado..., hágase como tu crees…, no temas, ten Fe…, si tuvierais Fe como un grano de mostaza, moveríais montañas…
A nosotros la sociedad nos marca, nos embotella, nos fascina… hay una gran falta de Fe en el mundo que nos rodea y no somos capaces de un pensamiento por cuenta propia. Internet nos marca, la sociedad nos marca. Estamos atrapados, enredados, pero no pasa nada. La sociedad nos envuelve en sus redes, pero hoy puede ser el día en que rompamos con las redes. Dejad las redes en la orilla y seguidme, les dijo Jesús a aquellos hombres y han dejado las redes que los atrapaban para ser libres a los pies del Maestro.
Hoy estamos aquí, esta es una casa de oración, somos pocos, si miramos cuantos están fuera, pero estamos aquí porque somos hombres y mujeres de Fe y por eso vemos esta casa como algo distinto, porque sentimos la presencia de Dios entre nosotros. Cristo ha resucitado y está entre nosotros.
Nosotros hemos decidido orientarnos hacia la Casa de Dios. Hay otra gente des-orientada, pero nosotros estamos orientados, oramos hacia Oriente. Nuestra vocación es ser Luz, Casa, Fuego, lugar de referencia. Creemos firmemente que podemos ser Luz ante tanta oscuridad. Dios está entre nosotros, dentro de nosotros. Cuerpo entregado, sangre derramada.
Dichosos los pobres porque de ellos es el Reino… porque ellos verán a Dios. Si tú conoces a Dios es porque eres pobre. Los ricos no lo conocen, no lo necesitan, no tienen tiempo, están muy ocupados, ellos se irán de vacío. Tú has conocido tanta Riqueza, por no tener riqueza y eso te ha permitido salir al encuentro de Jesús como la mujer del evangelio con doce años de hemorragia, sufriendo mucho, que se fue de médico en médico y no pudo curarse. Gastó toda su riqueza y entonces entendió que tocando la túnica del Maestro quedaría curada y así fue. Discurrió entre la multitud discreta, silente, con un único objetivo, tocar aquella túnica y al tocarla quedaría curada. Cuando Jesús la descubrió ella se postró y se confesó, confesó toda la Verdad y Él le dice: Tu Fe te ha salvado. Y cuando estaban hablando, vinieron de la casa de Jairo, jefe de la Sinagoga, que también estaba allí y cuya hija moribunda iba Jesús a curar y le dicen: tu hija ha muerto, no molestes al Maestro, pero el Maestro le dice: No temas, ten Fe. Otra vez la Fe. Y mientras el mundo te dice, sigue con tus cosas, no molestes al Maestro, El te dice; No temas, ten Fe.
Jesús venía a esta orilla del lago, rechazado desde el otro lado y aquí fue aclamado y obró milagros. Había sido “invitado” a abandonar la aquella orilla, allí no era bien recibido. Es que el Maestro siempre está al otro lado, en la otra orilla. De un lado rechazamos al Maestro y desde la otra orilla lo aclamamos y lo buscamos. ¿Se quedará al fin con nosotros o se irá para siempre..? De nosotros depende seguir siendo ese Simón iracundo, cobarde, impulsivo… o convertirnos en aquel Pedro, piedra, roca viva, en donde el Cristo podrá resucitar, encarnar de nuevo, edificar su Iglesia. De nosotros depende…
Padre Dámaso